El PP de Azuqueca y su «todo vale» en política
Siempre he sido un gran defensor del papel de la oposición. Considero que realiza una labor fundamental de control al Gobierno de la que no se puede prescindir en democracia. Por eso, desde que llegué a la Alcaldía en el Ayuntamiento de Azuqueca de Henares me he esforzado, todo el Equipo de Gobierno lo ha hecho, por tender puentes con la oposición, por sumarles a los acuerdos importantes para el municipio. Hay cuestiones que deben quedarse al margen de la lucha partidista, porque ello garantiza que en el futuro pervivirán con independencia de quien gobierne. De ahí esos intentos intensos de acercar a la oposición a la labor de gobierno.
Sin embargo, el Partido Popular de Azuqueca se ha empeñado en dinamitar cada uno de los puentes que intentamos tender. No es la primera vez que traiciona un acuerdo, utilizando para ello la mentira sin pudor. No es la primera vez que cuenta en los medios de comunicación lo contrario a un acuerdo adoptado de manera consensuada. No es la primera vez que intenta sembrar odio y discordia, sin importarle que ello perjudique a los y las azudenses. Pero lo cierto es que, en los últimos tiempos, han alcanzado unas cotas de deslealtad y de indignidad política, que he decidido no ignorar.
No estoy dispuesto a tolerar que el PP de Azuqueca se empeñe en hacer creer a los vecinos que el Equipo de Gobierno maltrata a la iglesia católica. No estoy dispuesto a consentir que pongan en duda el respeto, el cariño y el trato exquisito que se le dispensa. Y, por supuesto, no estoy dispuesto a permitir que se pongan en duda unas creencias personales que me han acompañado toda mi vida y que he defendido en privado y en público.
He ido a misa, a procesiones y a celebraciones religiosas desde siempre. Y no lo hago para que me vean y, en muchas ocasiones, ni siquiera como labor institucional, porque acudir a un acto religioso no puede ser obligatorio y nunca lo ha sido en Azuqueca. Yo cuando voy lo hago porque me lo creo, porque creo y porque quiero. Y, como católico que soy, me duele que el PP de Azuqueca utilice la religión -algo profundamente personal y privado- como arma arrojadiza, que practique la catequesis del odio, que fomente la confrontación en lugar de la fraternidad. Si quienes consideran que para ser católico hay que tener el carnet del PP creyesen que Dios es nuestro padre, no se atreverían a realizar esta utilización burda y maquiavélica de la religión.
Para ser justo, tengo que decir que no todos los concejales y concejalas del Partido Popular tienen esta actitud y que, ni mucho menos es compartida por todos los militantes, simpatizantes o votantes del Partido Popular. De hecho, muchos de ellos, con los que me he encontrado en actos religiosos desde mucho antes de estar en política, me trasladan su apoyo porque saben bien que quienes ahora se quieren poner la medalla de católicos de toda la vida, han empezado a dejarse ver por esos lares desde que tienen aspiraciones políticas.
He llegado a un punto en el que no puedo soportar más esta actitud, esta indignidad. El PP debe rectificar de inmediato, o nos veremos obligados a romper las relaciones con ellos hasta que no reconozcan que no todo vale en política, que se han equivocado, y que van a rectificar. Ni reuniones, ni juntas de portavoces, ni acuerdos. Sólo lo que estrictamente marca la ley, que, por cierto, es lo que suelen hacer ellos allá donde gobiernan, condenando a la oposición al ostracismo.
No hay más margen. El PP de Azuqueca ha consumido ya con creces todo el crédito de confianza entregado por los vecinos, por sus propios compañeros y, por supuesto, por este Equipo de Gobierno. Este rebaño merece un pastor con mejores artes.