CASTILLA-LA MANCHA

El Belén de mi Navidad


Llevo días debatiéndome si escribir esto que vas a leer o permanecer en un prudente silencio. Pero si me sigues ya me conoces y sabes que me persigue un sino, una especie de sello que quienes más me conocen dice que es cierto, que me acompaña desde niño y que mi madre definía como un empeño desmedido por ser el «abogado de causas perdidas». 

Estos días, vemos Siria por la tele. Vemos bombas, vemos destrucción, vemos muerte. Vemos y nos cuentan que miles de personas huyen, que llegan a campos de refugiados esperando poder salir del miedo, de la desesperación y de la pobreza que provoca la guerra. Quieren llegar a donde puedan vivir, a donde puedan proteger a sus hijos e hijas. 
Vemos y nos cuentan, pero parece que no vemos y no nos enteramos, porque apenas hacemos nada. Solo lamentamos su suerte. Y ya está. 

Y estos días, en Azuqueca, mi pueblo y el tuyo si quieres pues Azuqueca es el «pueblo en que nadie es forastero», un grupo de vecinos ha instalado por su cuenta unos belenes de cartón en varios puntos del municipio.  Con ello quieren denunciar que el Ayuntamiento, quizá piensen que lleno de rojos y ateazos, se ha negado de nuevo a ponerlos por propia iniciativa. No sé si conozco a quienes han hecho esto, pero si son quienes pienso, tengo que reconocer que me parecen buenas personas, y que nada tengo en su contra. Mucho respeto, eso sí.

No es esta una polémica fácil, menos para mí, pues concurre que fui alcalde de Azuqueca durante 8 navidades, y también, que presumo de ser creyente y en mi casa siempre ha habido un «nacimiento» o un belén más grande o más pequeño desde que tengo uso de razón. 

En mis 8 años de alcalde, en todos y en cada uno de ellos, hubo polémica a cuenta del Belén. Que si éramos intolerantes por no ponerlos, que si queríamos ateizar las navidades en Azuqueca. Daba igual que en la inmensa mayoría de pueblos y ciudades de España no haya ni un solo «Belén público», ni siquiera en los municipios gobernados por el PP. También se pretendía ignorar que jamás en Azuqueca se había instalado uno, y que por tanto carecíamos de la más mínima tradición al respecto. Dio igual entonces y da igual ahora: lo único que importaba era buscar cualquier argumento para arremeter contra el Ayuntamiento y contra el Gobierno local, del PSOE, por ser unos ateazos y unos rojeras. Y montar polémicas por lo que que sea. En fin. (Tengo que decir que he vivido con gran satisfacción una magnífica relación con los representantes de todas las iglesias y confesiones de Azuqueca, y particularmente con la Católica, donde tengo en sus sacerdotes a grandes amigos).

En las ocho Navidades en las que fui alcalde preferí callar. Por prudencia? Por respeto? La verdad que fundamentalmente porque la «campaña belenista» no llegó a los límites que hoy vivimos: la instalación de 6 belenes por el municipio sin contar con el Ayuntamiento 
Diré que los belenes me gustan. Voy a verlos a las iglesias de Azuqueca y de Guadalajara todos los años. Si viajo a una ciudad estas fechas, siempre busco el mejor belén para ir a contemplarlo. Y también, que los que se han instalado «espontáneamente en 6 puntos del municipio» me agradan. Pero no comparto que cada uno pueda hacer lo que quiera en los espacios públicos. Quizá mañana a un grupo de independentistas les dé por poner 8 banderas esteladas, o a una empresa diez soportes de publicidad de su entidad. Incluso quizá a algún movimiento religioso les dé por instalar un par de figuras que representen a su divinidad. Sin reglas cualquier cosa puede caber. Y siempre se puede alegar que a nadie molesta. 

Pero estos belenes que han puesto en una acción coordinada, me gustan. Seguramente porque me representan, porque soy cristiano y porque en la tradición familiar de la que procedo el Belén está asociado a nuestras creencias y a juntarnos la familia y compartir entrañables momentos . Aunque claro, esto no va de si me gusta a mí o no. Esto va de si es esta una acción acertada o equivocada que se deba asumir. Y esto ya me genera dudas. 

Cuenta el evangelio de San Mateo que Jesús de Nazaret nació en Belén, en un portal o un pesebre. Siendo muy niño huyó con sus padres a Egipto, huyendo del más que probable asesinato de Herodes. En Mateo 2,13: «Cuando ya se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» 14 Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto.»

Ahora, estos días en los que no sé si escribir esto o mejor callar para no molestar, miles de familias buscan huir de los nuevos herodes que 2000 años después que el Herodes que asesinó a los niños de Belén y que cuenta el Evangelio, están asesinando por poder y por fanatismo. Quizá en Europa, en España, en cualquier de nuestros pueblos y ciudades podríamos acogerlos y darles, al menos, una cuadra, un portal o un pobre pesebre entre animales como donde nació Jesús, para todos uno de los hombres más importantes de la Historia de la humanidad y para otros el Mesías, como es mi caso. 

No he encontrado en la Biblia ninguna mención a que pongamos en lugares públicos portales de Belén, y sí varias obligaciones de acoger a los extranjeros. Por citar sólo algunos:

– En Mateo, 25,35: Dar posada al forastero (peregrino). Se refiere, obviamente, al emigrante. 

«Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis;

– En Mateo, 25,38: «?Y cuándo te vimos {como} forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos?

El Papa Francisco, con su habitual humanidad y sensibilidad solidaria, lleva dos navidades subrayando este mismo asunto. 

Azuqueca es el pueblo en que nadie es forastero, o eso reza una placa en un conocido bar de mi pueblo. Pero en Azuqueca, como en el resto de España y de Europa, estos días estamos más interesados por «montar el Belén» que por seguir el ejemplo de quién nació en la pobreza hace 2000 años y tuvo que huir de Herodes para que no lo asesinaran. Si hiciéramos esto, seguir su ejemplo y ayudar a salvar a miles de niños que con sus padres y madres huyen de la guerra en Siria, podríamos discutir con más sentido si se deben poner belenes en las calles de Azuqueca o de cualquier lugar de Europa. Daríamos más sentido a la Navidad y creo que honraríamos más al niño Jesús, que emigró con sus padres huyendo a Egipto para, treinta años después, cambiar el curso de la Historia. 

Perdón por decir que lo siento, por decir lo que pienso, por no saberme callar.

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