CASTILLA-LA MANCHA

Un acuerdo de Presupuestos 2017 bueno para Castilla-La Mancha (para desgracia de Cospedal)

PSOE y PODEMOS han alcanzado un acuerdo para aprobar los Presupuestos de Castilla-La Mancha de 2017. Es una excelente noticia, como lo fue pésima la no aprobación del mismo en el mes de abril. El acuerdo es fruto del esfuerzo de las partes y de la comprensión de que nos unen más cosas de las que nos separan, principalmente el interés de la gente de Castilla-La Mancha.

Lógicamente no han tardado en llegar las críticas procedentes de las filas del PP. Normal, pues su único interés ha sido perjudicar a la región. Una región en la que no creen y en la que cuando gobernaron se dedicaron a practicar todo tipo de destrozos y recortes crueles. 

He visto también lecturas pesimistas, propias de esa concepción basada en que en política hay que escoger entre opciones malas, optando siempre por el mal menor. No comparto esos análisis antipolíticos, que esconden prejuicios poco democráticos.

Creo que es justo valorar el esfuerzo de las partes. Porque no ha sido fácil, no, y menos aun teniendo en cuenta los precedentes. Creo que a los dirigentes políticos, independientemente de su ideología y sus valores, se les debe exigir anteponer los intereses de la sociedad a los de sus partidos, transparencia en la gestión del dinero público, respeto por las ideas de los demás y capacidad de entendimiento. He visto a políticos que tenían algunas de estas virtudes, pero que no disfrutaban de todas. Emiliano García-page las atesora de manera extraordinariamente natural. Para él Castilla-La Mancha está por delante del PSOE, aunque ama profundamente a su partido y los valores que representa. Para Emiliano la gestión escrupulosa, austera y eficaz del dinero público es una obligación que jamás desatiende, y sabe que no se puede ser socialista de otra manera. Respeta a los demás y a sus ideas, y a pesar de tener claras las convicciones propias intenta llegar a pactos porque sabe que cuando sumamos, la sociedad siempre gana. Este acuerdo es un buen ejemplo. 

Con Emiliano al frente hace dos años conseguimos un magnífico -inesperado para la mayoría- resultado electoral que nos permitió librarnos de Cospedal. Entonces se fraguó un acuerdo entre las dos opciones progresistas para cambiar de políticas y recuperar todo lo que Cospedal nos había quitado. Derechos sociales para la gente, sanidad, educación, igualdad de mujeres y hombres, dependencia… Ahora, con otros términos, renovamos aquel acuerdo para culminar la recuperación. Dos años, los dos primeros, para detener la sangría, cambiar las inercias y poner los cimientos de la recuperación. Dos años, estos dos próximos, para que se haga una labor completa de reparación y se impulsen proyectos nuevos que mejoren la vida de la mayoría. Dos periodos distintos, dos proyectos políticos que deciden sumarse para una única sociedad que votó mayoritariamente cambio en 2015 y que espera el cumplimiento del compromiso adquirido en la campaña electoral.

Porque es así: el compromiso es con la sociedad, y lo es a través de un contrato que es el programa electoral. Cumplirlo es un deber, y debe hacerse y explicarse de la mejor manera que sea posible. Ahora, tras dos años muy duros pedaleando cuesta arriba contra las inercias y la fuerza la gravedad -la de la crisis- hemos girado la dirección por la que nos deslizaban cuesta abajo las políticas de Cospedal y avanzado un trecho. Pero si no aprobamos los presupuestos de 2017 no habrá recuperación suficiente, sólo habremos parado la hemorragia. Y quien sabe que en política primero va el interés de la gente, y después los intereses de partido, es capaz de comprender que hay que hacer todo lo posible por aprobar el presupuesto y mejorar la vida de la mayoría, golpeada por las políticas de Cospedal. Esto es lo que se ha hecho.

En una sociedad moderna se mide a los gobernantes no por lo que prometen, sino por lo que  consiguen. No por lo que dicen, sino por lo que hacen. Hay que orientar las políticas a los resultados deseados y esperables. Lo contrario es encastillarse en principios, pero evitar que dichos principios sirvan para nada. Los acuerdos, como las políticas, o son útiles o no sirven más que para perder el tiempo. Valoro mucho que haya quien en Podemos comprenda que hay que implicarse en los cambios para hacerlos posibles. Respeto a quien lo vea de otra manera, pero sabiendo que estos presupuestos son buenos para la gente, creo que haberlos acordado entre las dos fuerzas del cambio que se comprometieron como un antagonismo de Cospedal es una noticia que debemos celebrar. Por ello, estamos de enhorabuena. 

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